domingo, 24 de marzo de 2013

In Memoriam: Bebo Valdés


Me cago en la puta.
Me despisto un par de días y cuando me doy cuenta se nos ha vuelto a ir otro de los grandes de la historia de la música. Dionisio Ramón Emilio Valdés Amaro, que sin duda os sonará más como Bebo Valdés, fue un pianista, compositor, arreglista y hasta director de orquesta nacido en nuestra querida isla de Cuba.

Murió el pasado viernes, 22 de Marzo, a la edad de 94 años. Si uno se fija en este dato puede deducir que su pérdida no ha sido una sorpresa... pero a pesar de su avanzada edad, estamos ante una de esas personas que han desprendido hasta el último suspiro una vitalidad envidable, una juventud y un amor por la música que lo llevó a afirmar que tocaría el piano hasta el dia de su muerte. Y así fue, hasta donde lo dejó el alzheimer, transladado ya al retiro en Suecia con parte de su familia para combatir contra el olvido, ese viento devastador establecido en su genial cabeza.

Lo que sabemos de él es que fue y es uno de los estandartes más importantes del jazz afrocubano, sin embargo estamos, como suele ser el caso de los homenajeados en este blog, ante uno de esos tipos que traspasan las barreras etiquetables del género músical. El son montuno, la guaracha, el mambo, la salsa, el chachachá... pasaron por el filtro privilegiado de sus entrañables manos arrugadas, de sus dedos largos y huesudos, esparciendo el ritmo de su tierra por el resto del mundo y recogiendo allí donde iba toda influencia o sonido que sintió que podía mezclar bien con su sentido musical. El flamenco, la música clásica, el blues, las raíces americanas... todo influyó en que estemos hablando de uno de los mejores y más especiales músicos de la historia de Cuba.

El gran Bebo consiguió algo que pocos músicos pueden decir, llegó a crear su propio ritmo, la batanga, que fue todo un éxito en Cuba en los años 40. Pero además cambió y agrandó la historia de la música cubana. En su carrera abundan las grandes colaboraciones, desde sus primeros discos a medias con el gran Beny Moré, ha colaborado con el gran bolerista chileno Lucho Gatica, con el legendario club Tropicana, con Cachao, padre del mambo, con Patato Valdés, con Nat King Cole... aunque en España lo conocimos sobre todo por la gran alianza que propició el cineasta español Fernando Trueba. Después de dirigir documentales sobre música latina en los que documentó muy bien la música de Bebo, como fueron "el milagro de Candeal" y sobre todo "Calle 54", el bueno de Trueba produjo el disco en que se encontarían dos fuerzas de la naturaleza: Diego el Cigala a la voz, Bebo al piano. El disco, "lágrimas negras", del año 2003... triunfó en todo el mundo, se convirtió en disco de platino en Venezuela, Argentina y México, además de 3 veces disco de platino en España, además de ganar un Grammy (el 7º de su carrera), tres premios de la música, un premio Ondas, cinco premios Amigo... y ser considerado por el diario The new york times como mejor disco del año.

Aunque abandonó Cuba por diferencias políticas con Castro, dejando allí a su familia e hijos, entre los que se encuentra el también pianista Chucho Valdés, del que Bebo se sentía especialmente orgulloso... nunca quiso responder a cuestiones políticas. Lo suyo era la música, decía. Y nunca descartó volver a Cuba. Y es que a Bebo, a pesar de que la frase supone un tópico cuando uno habla de un recién fallecido... verdaderamte lo quería todo el mundo. Los que lo conocieron se emocionan al hablar de él, describen a un niño encerrado en el cuerpo de un anciano, a una persona de entrañas y corazón, amable, de gran sonrisa contagiosa, siempre elegante, accesible, tolerante... un tipo que dijo que la mejor música negra la habían hecho los blancos y que en su funeral quería que nadie derramara una lágrima y que se hiciera una gran fiesta en su honor. Un hombre que sobrevoló por encima de los virtuosistas y de los técnicos añadiendo el alma, ese factor intangible que todos los músicos persiguen y que muy pocos saben transladar a un instrumento o traducir en música.

En fin, como he leído por ahí... esto tendría que pasar algun día. Pero ya sabemos lo que pasa con los genios. La gente especial consigue con su obra y con su vida (que muchas veces se pueden mirar por sí solas como la mejor de sus obras) que en el inconsciente colectivo queden sembradas las semillas de la inmortalidad, esas que regamos con cada nueva escucha, con cada vez que pulsamos el play y dejamos que su música nos acaricie, como él acariciaba las teclas del piano.

Descanse en paz, amigo.

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